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Virgen de la Salud de la Hermandad de San Gonzalo el Lunes Santo de la Semana Santa de Sevilla 2019, a los sones de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas.

Vídeo por El Llamador Sevillano

 


 

Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás.

La imagen de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder de la Hermandad de San Gonzalo, que ejecutara en 1975 Luis Ortega Bru, y que finalizara en 1976, puede ser calificada como una de las piezas señeras de la imaginería sevillana durante el siglo XX.  Su disposición física muestra la cabeza inclinada hacia abajo y hacia la izquierda, siguiendo el ritmo de la composición global del paso de misterio actual, sin volver la mirada totalmente hacia Caifás. Las facciones del rostro son marcadas y armónicamente proporcionadas. Podemos destacar los ojos tallados y pintados en la madera, y los labios carnosos que configuran la boca entreabierta, en la que se pueden vislumbrar los dientes y la lengua, marcando con absoluto realismo la acción de hablar.

El análisis global de la obra completa deja claro, tras su simple observación, la actitud física valiente e incluso atrevida con la que está concebida. Ortega Bru no quiere ajustarse a los cánones clásicos de la representación iconográfica de los Cautivos, tradicionalmente tratados de manera frontal, y, siguiendo las concepciones propias de su quehacer, sorprende al crear un cuerpo en movimiento, en una disposición casi imposible y contraria a las leyes no escritas de la imaginería procesional. Se capta, en toda la representación, la fugacidad de un impulso marcado pero a la par serenado por la expresión del rostro de Cristo. No es el cuerpo de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder de Ortega Bru el de un Nazareno. Su zancada no es potente ni determina un esfuerzo físico considerable para portar la Cruz. De hecho, el compás de las piernas no es excesivo. En la Historia del Arte no faltan ejemplos de un movimiento similar al que presenta el titular de San Gonzalo, especialmente durante el siglo XVI, en la etapa del Renacimiento tardío o Manierismo, y en los campos de la pintura y el grabado. El cuerpo está totalmente anatomizado y mide aproximadamente 1,85 metros de altura, sin la peana. La pierna derecha se flexiona hacia delante, mientras el pie se asienta con firmeza en el suelo. La izquierda, en plano hacia atrás desde la rodilla, se apoya sobre los dedos del pie flexionándolo contundentemente, pero muy próximo, en el eje de apoyo longitudinal, a una imaginaria línea paralela al otro apoyo. El tronco, de potentes formas, sigue la disposición del movimiento de las piernas, elevándose el hombro izquierdo y, para continuar el gesto expresivo de la cabeza, esta vira aproximadamente unos cinco grados sobre su eje natural contrario a la evolución de la misma. El tratamiento potente y expresivo con el que están talladas las manos es tradicional del trabajo de Ortega Bru, apareciendo en su actitud cautiva la derecha sobre la izquierda. A falta de un estudio más revelador sobre materiales, indiquemos que, excepto la actual peana de cedro, la imagen está tallada completamente en madera de pino de Flandes. La policromía esta realizada al óleo, aplicándose veladuras con acuarela antes de la utilización  de los barnices.

 

Nuestra Señora de la Salud.

Para realizar un estudio sobre el valor artístico de la imagen de Nuestra Señora de la Salud, Titular mariana de la Pontificia y Real Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús en Su Soberano Poder ante Caifás, Nuestra Señora de la Salud y San Juan Evangelista, debemos comenzar analizando la figura y la obra del imaginero Luis Ortega Bru. No pretendemos trazar un estudio biográfico completo, algo que no tendría lugar en tan reducido espacio textual. Nuestra intención es presentar una breve semblanza del hombre, del artista y, especialmente, de su vinculación con la Hermandad de San Gonzalo. Nos gustaría también que este breve trabajo sirviera de alguna manera para abrir cauces y plantear dudas sobre la comprensión y conocimiento de la actividad vital y creativa de este imaginero, analizada, en demasiadas ocasiones, desde planteamientos y lugares comunes aceptados sin sentido crítico y con evidente carencia de datos históricos contrastados. Los testimonios proporcionados por los que convivieron o trataron personalmente al artista y su entorno son fundamentales para conocer sus inquietudes como ser humano y pueden proporcionar referencias muy importantes. Pero la Historia del Arte se hace desde el rigor del método científico y no sólo desde los recuerdos y las añoranzas. Igualmente deseamos aclarar que nuestra intención es comentar aquí únicamente de la faceta artística de Ortega Bru como imaginero, por otra parte la capital de su trayectoria.

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