Procesión de la Hermandad de Santa Marta en Campana el Lunes Santo de la Semana Santa de Sevilla 2019
Vídeo por El Llamador Sevillano
Cristo de la Caridad.
El Santísimo Cristo de la Caridad es una magnífica efigie del Redentor yacente, realizada a partir de un modelo en barro en tamaño natural, cuyo busto se conserva en la Hermandad. La imagen, exenta, está totalmente tallada en madera y policromada con un gran realismo y unción religiosa, presentando una admirable cabeza, sin corona de espinas, con una amplia cabellera de raíz clásica que enmarca al sobrecogedor rostro en el que se atisban los rasgos de la muerte trágica y cercana.
El cuerpo presenta un notable movimiento, flexionándose en ángulo tanto por la cintura como por las rodillas para ser llevado sobre una sábana por los Santos Varones hacia el Sepulcro, formando un dinámico grupo en diagonal, de izquierda a derecha, de grandioso movimiento barroco.
Es de destacar, junto a la admirable anatomía, el magistral brazo derecho desprendido y el breve sudario de talla que deja al descubierto toda la cadera derecha, así como la espléndida policromía que le dotó su autor en la restauración de 1977, y un extraordinario realismo en la pintura de la sangre que brota del costado, rodillas y llagas del Señor.
Nuestra Señora de las Penas.
La imagen de Nuestra Señora de las Penas es una obra de madera policromada, de gran envergadura formal y elegante y dulce modelado, que presenta una serena mirada frontal, fosas nasales dilatadas y la boca entreabierta que permite ver los dientes tallados. En su interior se encuentra un documento en el que puede leerse: “Ave María Purísima sin pecado concebida, ruega por nosotros y ampáranos ahora y en la muerte”.
Posee siete lágrimas que brotan de los bellos y grandes ojos de cristal. La encarnadura, de técnica oleosa pulimentada, es de tono rosáceo pálido en las mejillas, ojos, cuello y manos, y ocre marfileño en el resto. Las manos presentan los dedos estilizados y algo flexionados. Según el hijo del autor y estudioso de la obra de Sebastián Santos: “esta Dolorosa de gran belleza y corrección de líneas pertenece a la etapa de grandes realizaciones. Condensa lo mejor de todas las anteriores”.
Entre la prolífica producción de su autor, esta Dolorosa de las Penas se considera realizada en su época de madurez (1951-1965) “reflejando el talante propio de las mejores Dolorosas de Sebastián Santos”, siendo la cuarta que ejecuta para la ciudad de Sevilla, tras la del Refugio de San Bernardo (1938), Concepción del Silencio (1954), y la de los Dolores del Cerro del Águila (1955).
Santa Marta.
La primera Junta de Gobierno de la Hermandad de Santa Marta encarga a Sebastian Santos la imagen de la Santa haciendo constar en el contrato la cláusula “Que pueda salir en gloria y pasión”, idea que el imaginero plasmó a la perfección en esta escultura, cuya fisonomía completa, de una belleza y serenidad exquisita deja vislumbrar tanto la cercanía de la Santa con el Redentor en su casa de Betania, así como los momentos dramáticos y cruciales de la Pasión, en cuyo misterio se integraría más adelante.
Sebastián Santos logró, pues, magistralmente la doble “funcionalidad” de esta efigie: tanto para recibir veneración letífica como una de las Santas más querida por la devoción popular, como para procesionar en el fúnebre Misterio de la Pasión que la Hermandad anhelaba.
La imagen de Santa Marta es una excelente obra de Sebastián Santos, con la que demostró su versatilidad y amplia maestría para tratar con acierto cualquier tema del arte sagrado. Esta efigie hagiográfica de vestir es admirable por el suave modelado de su rostro, con una mirada certera y la inconfundible nariz de raíz hebraica, enmarcado por el negro cabello que se recoge tras las orejas. Las manos aparecen con las uñas desgastadas por el servicio doméstico, y los pies, calzados con sandalias, simulan un leve caminar por los senderos de Judea en pos del Redentor, al que acompañaría, sin duda, hasta el Sepulcro.
La sagrada imagen porta en sus manos durante todo el año los atributos característicos de su iconografía, según “La Leyenda Dorada” de Jacobo de la Vorágine: el acetre del agua bendita en la derecha y el hisopo en la izquierda, que son trocados por los tres clavos del Redentor en el paso procesional para la Estación de Penitencia.