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Cuando uno se pierde del camino que le lleva a la meta, lo único que consigue es dar vueltas sin rumbo fijo, acabando siempre en el mismo lugar. En la mayoría de los casos, cuando uno se desvía del camino que lo lleva a su destino es, porque se ha distraído, se ha relajado en sus mira y se ha parado a contemplar el paisaje inerte que tiene a su lado.
Eso nos ha pasado a los cofrades.

Las hermandades nacen con una meta, la cual todos conocemos, que, en un principio nos empeñamos en conseguir, pero que, más tarde, se va esfumando, porque nos distraemos con el paisaje que nos rodea.

A todos nos gusta una buena banda, una buena cuadrilla, una gran nube de incienso y… A la calle a que se luzca mi imagen, y, la verdad, eso no está mal, pero cuando nos aleja de la meta, cuando pierde su medida, cuando eso se convierte en nuestra meta…. Hemos perdido el sentido, y, me da a mí, que si no estamos en ese punto, nos falta poco por alcanzarlo.

Se ha perdido esa ansía porque llegara semana santa, de ese pequeño cofrade, que está empezando a saborear nuestra tradición. Aquí entre Coronaciones, extraordinarias, viacrucis y traslado, claro, que no falte nuestro chim pum, tenemos todo el año con pasos que lo único que conseguimos es hartarnos a nosotros mismo y sobretodo al que no comparte nuestra pasión, además de hacer un flaco favor a nuestras hermandades de gloria y respetar su tiempo.

También se puede morir de éxito.

Además si el director espiritual, el Delegado de hermandades o el Arzobispo nos pone pega,» eso es que está en contra nuestra, que los curas no quieren a las hermandades y además se están metiendo en algo que solo nos incumbe a loa hermanos…»

Cofrades el sentido de la existencia de nuestras hermandades es la de ser una entidad Católica, en la cual, nos comprometemos en dar testimonio de nuestra fe, no solo realizando pública manifestación de la misma, sino manifestando, la misma, en nuestro día a día, en nuestro trato con el prójimo, comparta o no comparta mi forma de entender mi hermandad o mi pasión, en el necesario testimonio diario de fe, ahora más que nunca, nuestra fe no termina cuando nos quitamos la medalla, en nuestras ganas de formarnos como creyente y sí, también en nuestra manifestación pública.

No debemos de esperar a que nadie nos ponga medida, debemos de ser nosotros los que le pongamos medida y paremos esta desmedida que con la cual solo conseguimos el efecto contrario al sentido de las mismas.

 

Por César Villar. Hermano de la Hermandad de San Gonzalo. Diputado de Juventud durante los años 2004/08

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