Del calendario con el rostro de la Virgen, está apunto de descolgarse el mes de Mayo y no quería dejarlo ir sin escribir, más con el corazón que con las manos, pues, con él, me educaron en Triana, bajo las enseñanzas de ese gran hombre, Don Bosco, lo que me llena tu nombre, Auxiliadora.

¡Qué orgullo es haber bebido de esa agua, que te enseña a como caminar por la vida! ¡Cómo se llena uno de orgullo cuando presume de ser Salesiano!

Pero igual que, en la vida, es necesaria esa agua espiritual con la que nos educaron en esa gran casa de la calle Conde de Bustillo, de la misma manera, es necesaria el agua que brota de ese cántaro que no puede ser portado por mejores manos que las de mis amigos, también Salesianos, Moisés y Jose.

¡Qué manos con más arte, son las que portan esas aguas!

Cuando, a los afortunados, que portan a la «Sentaíta», las calores de Mayo, los agotan, ahí, en ese instante, brotan esa agua de apariencia transparente pero que, si la miras bien, es celeste y rosa y lleva impresa ese lema, que todos conocemos » Ella, la Sentaita, la Auxiliadora, la Madre de la niñez, la maestra ante los exámenes, la confidente de la adolescencia, la de la estampa en la cartera del Antiguo Alumno, la morena guapa del barrio Voluntad, Ella, es la que hizo, hace y hará todo en la vida de sus hijos»

¡Benditas ambas aguas que llevan tu nombre, Auxiliadora!

Por César Villar. Hermano de la Hermandad de San Gonzalo. Diputado de Juventud durante los años 2004/08